Una tesis muy extendida es que el Juego de la Oca es una guía simbólica del Camino de Santiago, donde están indicados una serie de lugares y situaciones especiales. El juego termina cuando todos han alcanzado el éxito final, no cuando tenemos el primer ganador; no es, pues, un juego de competición: se trata de que todos los que participan en él recorran un camino y lleguen hasta el final. Para J.G.Atienza el Juego de la Oca era una forma de enseñanza iniciática para los peregrinos del Camino de Santiago.
Desde Antigüedad y hasta cátaros, templarios, masones y alquimistas, la oca es un animal sagrado debido a que se relaciona con 3 elementos: agua (la oca nada), aire (la oca vuela) y tierra (la oca anda por la tierra).
En la tradición chamánica, “en el ritual del sacrificio del caballo y la ascensión chamánica en el Altai, relatado por Radlov, el ánsar sirve de montura al chamán para perseguir al alma del caballo. A menudo es una oca y no un caballo el que sirve de montura al chamán altaico, para regresar de los infiernos, después de su visita al rey de los muertos.” (Jesús Ávila Granados, La Mitología templaria, Ed. Martínez Roca)
En Egipto, el alma de los faraones tenía forma de oca. Se sacrificaba una oca a Isis (diosa que recoge las creencias prehistóricas en la Madre Tierra). Cuando era nombrado un nuevo faraón, se soltaban 4 ocas en las 4 direcciones de los puntos cardinales.
En Grecia aparece en una copa de siglo V a.n.e. una Afrodita (referente de la Madre Tierra) sobre una oca, como hará Lohengrin en los siglos medievales. Orfeo regresaba cada año de los infiernos en una carroza tirada por ocas para poner en marcha el ciclo anual de la Naturaleza (una explicación mítica del ciclo agrario).
En Roma es conocida la historia de las ocas cuyo canto alertó de un ataque de los galos en el 390 a.n.e. Estas ocas custodiaban el templo de Juno. “Se sabe que los romanos sacrificaban ocas en honor de Príapo (dios de los jardines y de los huertos), al que igualmente se le rendía culto como protector contra el mal de ojo, de ahí que estuviese provisto de un sobresaliente pene.” (Jesús Ávila Granados, La Mitología templaria, Ed. Martínez Roca).
En la tradición hebraica tenemos el caso de la reina de Saba, cuyo pie izquierdo era una pata de oca. En la Edad Media, el rey godo Eurico se casó con Pedauque (“pie de oca”), mujer de grandes cualidades y en realidad evocación de la Madre Tierra. La esposa de Raimundo de Poitou, de nombre Melusina (Madre Lusina) mudaba sus pies en patas de oca según las fases de la luna; el conde tenía prohibido mirarla a los pies, pero un día vulneró su juramento y su esposa desapareció para siempre. En España existe la tradición en una mora con pie de oca como compañera de un caballero cristiano.
En los celtas, la oca era simbolizada por su pata, que deja una huella parecida al tridente de los dioses del mar. Las ocas eran portadoras del conocimiento divino y de los mensajes del otro mundo, vinculaban el mundo terrenal con los infiernos.
En Oriente, el cisne sagrado o “Hamsa” está relacionado con el dios creador “Hamsa-Vâhana” (Vehículo del Cisne). “En la tradición religiosa de la India, el Huevo del Mundo es incubado por Hamsa, una oca sagrada, encarnación del bodhisattva Siddhârta en los jatâka y montura del dios Brahma, que como tal aparece con frecuencia en la iconografía y la escultura ornamental. Las hamsa son también símbolo de las almas que ascienden a las divinas mansiones. En el mito hindú, el huevo cósmico, incubado por la oca Hamsa, se separa en dos mitades para dar nacimiento al cielo y la tierra (la polarización del andrógino, las dos series septenarias de ocas) Así el Brahmânda hindú se separa “en dos semiesferas de oro y de plata”, el huevo de Leda da nacimiento a dos Dióscuros, Cástor y Pólux, dos gemelos, uno mortal (jivatma) y otro inmortal (Atma). El huevo primordial del shinto se divide en dos mitades, una ligera y una densa (cielo y teirra);etc. La palabra Hamsa, en sánscrito, designa además al Hálito divino (que también se asocia a la Creación y la Disolución del Mundo) y a la casta única anterior a las cuatro castas diferenciadas de la sociedad tradicional hindú.” (Antonio Páez, EL SIMBOLISMO DEL JUEGO DE LA OCA.). En China las ocas relacionaban el cielo con la tierra. “El budismo utiliza la imagen de la espiral como un símbolo del camino de desarrollo aunque en este caso la espiral, llamada las doce nidanas positivas, va desde estados de mínima claridad y compresión (comprender la verdadera naturaleza de dukkha) hacia estados de mayor claridad y realización, y así hasta la iluminación misma. Mientras que en el caso de la oca, aunque se mueve en espiral y en ascensión también contempla la posibilidad de caer en varias vicisitudes que nos harán retroceder, quedar varados, caer en un pozo etc. etc.” (Saddhakara, El juego de la oca y la vida espiritual).
En el Camino de Santiago es corriente encontrar el símbolo de la pata de oca con tres líneas, sobretodo en dos zonas: la Rioja (Rioja = río de la oca, montes de Oca, etc.) y el Bierzo en León, y, además, podemos encontrar numerosos lugares que hacen referencia a este animal, así como al ganso y al ansar. El río Oja dio nombre a la comarca: la Rioja. Con toda seguridad “Oja” deriva de “oca”. Por si fuera poco, el río está en los montes de Oca. “Hay un Río Oja que da Rioja; saben los fonetistas (…) que entre el sonido velar ca y el gutural ja media un breve desliz articulatorio. Otro río Oca fluye en los Montes de Oca. Existe un Ocón al oeste de Astorga y un Puerto de Oca en la ribera del Tambre (que va a dar, por cierto, en la ría de Noya o de Noé). Y atrás, junto a Pancorbo, quedó ese Nanclares de Oca que tan triste y efímera notoriedad alcanzara al término de la guerra civil… Nos sorprende leer en el Poema de Fernán González que el culto jacobeo llegó a tierras burgalesas justamente cuando en Castilla un pequeño rincón / y era de castellanos Montes de Oca mojón.” (Fernando Sánchez Dragó, Historia mágica del Camino de Santiago, ed. Planeta)
También las patas de oca aparecen en las señales de canteros de numerosas catedrales y templos medievales, por lo que se le supone que era el símbolo distintivo de los Maestros Constructores, antecedente de la Masonería. El crismón de los templos medievales puede ser una doble pata de oca.
En Puente la Reina (Navarra) encontramos en la iglesia del Crucificado un Cristo (siglo XIV) sobre un madero no en forma de cruz, sino de pata de oca.
La oca está presente en las leyendas de la Edad Media asociadas al Santo Grial. Alfonso X el Sabio nos habla del Caballero del Cisne, que sirvió de inspiración a Wagner para su ópera Lohengrin. Es la historia de Elsa de Brabante, a quien se le aparece en un río un caballero sobre un cisne blanco. Este caballero ayuda a Elsa a recuperar su trono, del que había sido violentamente apartada por Rodolfo. La pareja contrae matrimonio, pero el caballero le pone como condición que nunca le pregunte por su nombre. Finalmente, Elsa, engañada por la esposa de Rodolfo, le hace al caballero la pregunta fatídica, a lo que éste le responde: “Soy un caballero del Santo Grial, que he venido a ayudarte cuando solicitaste ayuda. He salido del Reino del Santo Grial, en el más absoluto anonimato y si alguien descubre mi identidad debo regresar al Reino del Santo Grial. Mi nombre es Lohengrin y soy de una tierra desconocida. El Cisne, que tiraba de la barca, es mi hermano.” Entonces apareció el cisne blanco y el caballero desapareció con él.
En el claustro de la catedral de Barcelona aún se conserva la costumbre de cuidar a 13 ocas vivas (el mismo número de ocas que en el juego). En la bóveda de Santa Eulalia en Lugo aparecen pintadas 13 ocas. La relación entre Eulalia (“la que bien habla”) y la oca aparece en muchos lugares de la geografía española; Eulalia es la cristianización de la diosa Cibeles, cuyos templos estaban guardados por ocas que con su canto aconsejaban a los humanos. Parece ser que la custodia de los templos por las ocas es una costumbre que arranca en la noche de los tiempos y llega hasta nuestros días.
Para Jung un animal como la oca, que se mueve en 3 mundos (agua, aire, tierra) es un psicopompo, mediador entre el consciente y el inconsciente.
Los brujos y brujas gallegos utilizan plumas de oca en sus conjuros.